La diabetes mellitus es una
enfermedad crónica que afecta la forma en que el cuerpo utiliza la glucosa
(azúcar) de los alimentos, un proceso vital para obtener energía. Cuando la
glucosa no puede ser absorbida por las células correctamente, sus niveles se
elevan en la sangre, lo que con el tiempo puede causar daños graves en
múltiples órganos y sistemas del cuerpo.
A menudo, la diabetes es el punto
de partida para otras afecciones. Por ello, la prevención y el control se
convierten en pilares fundamentales para proteger tu salud a largo plazo.
Las principales enfermedades asociadas a la diabetes
El exceso de glucosa en la sangre
daña los vasos sanguíneos y los nervios, lo que aumenta significativamente el
riesgo de desarrollar una serie de enfermedades. Las más comunes son:
Enfermedades cardiovasculares: El riesgo de sufrir un infarto, un derrame cerebral o una enfermedad arterial periférica se duplica en personas con diabetes. La glucosa alta en sangre contribuye a la formación de placa en las arterias (aterosclerosis), dificultando la circulación sanguínea.
Enfermedad renal (nefropatía diabética): Los riñones tienen la función de filtrar los desechos de la sangre. Con el tiempo, la diabetes puede dañar los pequeños vasos sanguíneos de los riñones, lo que puede llevar a una insuficiencia renal.
Daño en los ojos (retinopatía diabética): La diabetes puede dañar los vasos sanguíneos de la retina, la parte del ojo que capta la luz. Esto puede llevar a una pérdida de visión e incluso a la ceguera si no se trata a tiempo.
Neuropatía diabética: El daño a los nervios puede causar dolor, hormigueo, entumecimiento o pérdida de sensibilidad, especialmente en manos y pies. También puede afectar a los nervios de los órganos internos, provocando problemas digestivos, urinarios y de otro tipo.
La importancia de la prevención y el control
La buena noticia es que la mayoría de estas complicaciones pueden prevenirse o retrasarse con un control adecuado de la diabetes. La prevención es la mejor estrategia, ya que los cambios en el estilo de vida pueden disminuir el riesgo de desarrollar la enfermedad, especialmente si se tienen factores de riesgo.
Para prevenir y controlar la diabetes y sus complicaciones, es fundamental:
Llevar una alimentación
balanceada: Una dieta rica en frutas, verduras, granos enteros y proteínas
magras, y baja en azúcares y grasas saturadas, es clave para mantener los
niveles de glucosa estables.
Mantener un peso saludable: El exceso de peso es un factor de riesgo importante para la diabetes tipo 2. Bajar de peso, aunque sea un 5-7%, puede tener un impacto significativo en la prevención.
Realizar actividad física regularmente: El ejercicio ayuda a las células a utilizar la insulina de manera más eficiente y a mantener el peso bajo control.
Monitorear los niveles de glucosa: Para quienes ya tienen diabetes, el monitoreo regular es esencial para ajustar la medicación, la alimentación y el estilo de vida.
Visitar al médico de manera periódica: Las revisiones regulares con tu médico y otros especialistas (como un oftalmólogo o un nefrólogo) son cruciales para detectar cualquier problema a tiempo y recibir el tratamiento adecuado.
La diabetes es una condición de por vida, pero con el cuidado adecuado, se puede vivir una vida plena y saludable. El control proactivo es la clave para evitar que se convierta en una puerta de entrada a otras enfermedades.
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